Acá...

lunes, 1 de noviembre de 2010

Puerto Madryn. ¡De vuelta en casa!

¡Denme la bienvenida, que volví!
Me fui el miércoles y estuve hasta el domingo, ayer, así que les cuento lo que hice en cada uno de esos días;

Día 1 - Miércoles: Me desperté temprano y me duché, fuimos al aeropuerto y estuvimos dando milvueltas por ahí, hasta que al final nos encontramos con la otra familia. Viajamos la maldita hora y cuarenta en el avión y después dimos tres horas de vueltas en auto hasta llegar a la cabaña donde nos hospedamos. El tema es que la cabañita era para 5 y éramos 6, pero yo había pedido una cama (en realidad era un sillón duro como la piedra) que estaba en frente de una ventana que daba a la playa, y era lindísimo porque me podía despertar y ver el mar. Ese día no hicimos nada más, porque nos quedamos durmiendo y paseando por ahí. Ah, no, también fuimos un rato a la playa y yo me acosté sobre una piedra con los ojos cerrados y conversé un poco con mi mamá y la mamá de Inés.

Día 2 - Jueves: Dormí hasta el mediodía y cuando estuvimos todos despiertos nos sentamos a desayunar... o algo así, porque ya era bastante tarde. Cuando terminamos salimos de la cabaña y fuimos a la playa, donde pudimos hacer un avistaje de las ballenas (o sea, nos subimos a un barquito con otras personas y miramos ballenas). Cuando terminamos eso, estábamos exhaustos así que fuimos a otra playa que estaba en otro lado y juntamos unos caracoles preciosos, aunque me llevé un buen susto, porque cuando llegamos pusieron la lona en un lugar donde al lado había un pajaro muerto (sin sangre, pero estaban las plumas y la piel y el esqueleto, y era un asco) y después mi hermano estaba buscando para mi unos caracoles y encontró un cráneo de perro (aunque el bobo cree que es de humano, jaja) y me lo llevó para que lo vea. Puajj. Después de eso volvimos a la cabaña y después de cenar y leer, me dormí.

Día 3 - Viernes: Lluvia, lluvia, lluvia. Ah, y también un poco de lluvia. Había llovido tanto que estaba todo con barro y asqueroso, entonces no se podía caminar (y mucho menos andar en auto, claro) y no pudimos hacer nada. Aunque lo intentamos (salimos con el auto y dimos una vuelta por ahí, tratando de llegar a algun lado), fallamos (el auto se quedó parado y de pura suerte lo pudimos volver a hacer arrancar, estaba todo tan neblinoso que no se veía nada y nos dio miedo chocar, así que nos volvimos).

Día 4 - Sábado: Fuimos a Punta Tombo, un lugar en donde se podía ver pingüinos. Fueron 3 horas de ida, y una vez que llegamos allá hubo que caminar un buen trecho hasta que llegamos a donde había pingüinos, y ni siquiera había demasiados porque todos estaban con sus huevos y sus crías. Aparecieron varios, pero no tantos como nos habían dicho que iban a ser. Después fuimos a un lugar en el que tomabas el té, y era re elegante, entrabas y ya te parecía que hacer aunque sea un poquito de ruido era un crimen. Porque todo tan limpio y elegante... Creo que si no se hubiera terminado, yo podría haber seguido comiendo de esa deliciosa torta de frutos rojos. Era riquísima.

Día 5 - Domingo: Nos despertamos muy temprano para ir directo al aeropuerto para tomar el avión de vuelta a casa. Me dolió mucho la cabeza en el despegue, pero el aterrizaje lo pasé dormida, aunque me dijeron que fue tremendo.

Y acá estoy para contarles esto.

Manuel, el pibe con el que no sabía si me iba a llevar bien o mal, al principio estuvo todo mal, porque me parecía arrogante y agrandado, pero terminó cayéndome bien, porque al final era solo porque era muy tímido.
La pasé muy bien...

Bueno... Besos, chauu!

1 comentario: