Acá...

lunes, 15 de agosto de 2011

Vida semforésca.

Hoy tuve lo que yo llamo un día rojo.
Aunque adoro el color rojo, yo vivo mi vida como un semáforo gigante. Los días verdes son los mejores, esos en los que todo te sale bien y estás lleno de buenas noticias. Los días amarillos... están ahí. O no pasa nada interesante, o pasa algo más o menos bueno o más o menos malo. Pero tampoco para tanto. Y, después, los días rojos. Son definitivamente los peores. Esos días en los que decís... ¡STOP! Quiero una pausa. Esperen que recupero la respiración y vuelvo a la carrera. Pero que de todas formas sentís que todos te dejan atrás. En fin. Hoy tuve un día que creí que iba a ser amarillo, pero que fue rojo. Pero de esos rojos rojísimos. Esos rojos a los que las personas suelen llamar rojo sangre, rojo pasión, o... bueno, o rojo semáforo.
No importa por qué, pero lo fue.
Más de una vez me dijeron que cuando tenga un día... 'feo' tengo que sonreír con todas mis ganas, más que de costumbre. ¿La razón? Simple. Tus amigos se pondrán felices porque estás feliz. Tus enemigos, se pondrán tristes porque estás feliz.
Y sin embargo... no estoy de acuerdo.
Yo creo que cuando uno está mal simplemente tiene que mandar a todos... a la merde.


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